Destinos de un Trotarríos, apuntes a pie de río.

Destinos de un Trotarríos, apuntes a pie de río.

domingo, 30 de diciembre de 2012



¿Qué piensa la ardilla?

Un día más correteando por el suelo buscando algo que llevarme a la boca. Acostumbrada a hacerlo por las alturas y comer sabrosos piñones a diario sentada en una gruesa rama, he vuelto a acabar en esta negra piedra, tiznada, sucia y cansada sin encontrar bocado. Un día más..., pensativa sin encontrar respuesta a tantas preguntas sobre lo qué ha pasado una vez más en mi casa del bosque.

Este verano ha sido muy caluroso y seco, tanto que algunas de mis compañeras del pinar se trasladaron a las sierras del norte, más frescas que estas ya próximas al mar o a las de las riberas del río. Se veía venir y ha ocurrido lo que nos temíamos. Ahora, contemplando la negra desolación dejada tras el incendio de hace unos días me pregunto tantas cosas que mi pobre pensamiento no da a basto para encontrar respuestas coherentes a lo ocurrido.

Ya a principios del verano vimos próximo el fuego de Andilla y temimos lo peor. Hasta aquí llegaron ardillas amigas huyendo de las llamas y del humo abrasador. Llegaron exhaustas y aquí encontraron compañía y árboles todavía verdes en los que resguardarse del sol y encontrar piñones, semillas y frutas con la que alimentarse. Pero como sus montes de nacimiento, estos de acogida también estaban condenados a morir abrasados.

Pese a la falta de vegetación hoy me cuesta correr por estos montes desolados. Tiznada y todavía asustada, corro sin rumbo echando en falta los troncos por los que trepar y las ramas por las que saltar.

Pero... ¿Qué ha pasado para que esto haya sucedido? ¿De verdad solamente el hecho de que haya sido un verano seco ha bastado para acabar con tanta vida en tan poco tiempo? Me cuesta creerlo.

Todos los pobladores del bosque no hemos sido capaces nunca de provocar un incendio pese a vivir en él. Quizás haya sido esa la clave, "vivir en el bosque", lo que nos ha ayudado a comprender su importancia y lo necesario que es, no sólo para nosotras, sino para todo lo que depende de él: el río, las fuentes, eso que los humanos llaman clima y que tanto quebradero de cabeza les produce al pensar en lo que ellos llaman "cambio climático" y nosotras no acertamos a comprender. ¡Cuánta incongruencia encierran en sus cabezas estos creídos superdotados de dos patas!

El fuego siempre ha sido un elemento purificador. Desde pequeña hemos aprendido de nuestros padres, y estos a su vez de los suyos, que el fuego proveniente del cielo servía para hacer rebrotar el monte cuando este, sucio y agotado por el paso del tiempo, necesitaba ser limpiado y abonado; y nada mejor para ello que el fuego y sus propias cenizas. Pero esto que antes pasaba cada cientos de años, pasa ahora varias veces en pocos años, y si lo breve es bueno el exceso acaba matándolo todo.

Muchas veces mis padres me contaron que mis abuelos ya conocieron el horror del fuego en este mismo lugar de jóvenes. A duras penas aguantaron y pudieron sobrevivir en los pocos árboles que, por capricho del fuego y del viento, quedaron en pie. Luego, las semillas que el mismo fuego hizo caer al suelo germinaron con las lluvias de otoño que, gracias a que en esa ocasión no fueron torrenciales, aportaron humedad. Así brotaron tallos que fueron bien recibidos por todos: perdices, conejos, liebres, tejones...; y que al crecer y volver a dar frutos hicieron volver al resto de nuestros vecinos: zorros, jinetas, comadrejas, garduñas y hasta el aprovechado jabalí.

Ahora la cosa puede ser muy distinta. ¿Qué piñones han podido caer al suelo si los pinos todavía eran pequeños para producir piñas y los grandes eran escasos? ¿Qué porvenir le espera a la tierra si llegan las lluvias y estas son torrenciales? No nos queda nada más que aguantar y que el tiempo dé respuesta a tanta pregunta.

Incluso temo que al no tener donde sujetarse alguna de las piedras que ruedan estos días por las fuertes pendientes de la montaña, acaben conmigo o con alguna de mis compañeras. Hasta nos cuesta encontrar un charco con agua que no tenga sabor a ceniza para beber.

Desde lo alto de los árboles, y oculta por la frondosidad de las ramas, he sido testigo de cómo los humanos incendian el monte. Alguna vez los he visto tirar al suelo una pequeña cosa blanca encendida con la que tiran humo por la boca; otras, dejando escondidas cosas que no llego a conocer, pero que pasado un tiempo producen fuego por varios lugares a la vez aumentando así su poder de destrucción. ¿No se dan cuenta? ¿Lo harán adrede?... ¿Cuándo una ardilla, un conejo o una comadreja han sido sus propios verdugos? En cambio el hombre lo es de sí mismo.

¿Qué tendrá que pasar para que el humano se de cuenta de su avaricia y ponga remedio a tanto error? Creo que si ese día no llega pronto no tardará mucho en ser demasiado tarde y nada podrá hacerse entonces. Ellos, dentro de su ignorancia producida en parte por no vivir aquí como nosotras, piensan que sus madrigueras son mejores que las nuestras y que dependen de sí mismas; pero, no se dan cuenta de que todos dependemos de todos, y que nadie por si sólo tiene capacidad de determinación sobre los demás. ¿Qué sería pues del aire sin los árboles? Nadie me lo ha dicho, pero lo he aprendido por sí sola. Ahora, respirando el aire espeso y con olor a carbón, echo en falta el aire fresco que corre entre las hojas de los chopos y fresnos en verano. ¿Qué agua podrán beber si las del río arrastran aun cenizas y la de las fuentes saben a madera quemada? ¿Qué herencia dejarán a sus hijos al privarlos de conocer estos montes que antaño fueron frondosos vergeles? ¿Cuándo se darán cuenta de que el monte de hoy poco tiene que ver con el que conocieron mis antepasadas, que según tengo entendido podían recorrer cientos de kilómetros sin descender de la copa de los árboles?

El humano se ha encargado de modificar el bosque. Ha eliminado competidores que cumplían un papel de conservación y equilibrio. Ya no están viejos vecinos como el lobo, el lince o el oso, pues competían con él por el alimento; ni el ciervo, el corzo o la cabra montés por la avaricia en cazarlos para comer. Todos contribuían en mantener el bosque puro. Unos alimentándose de sus frutos, y otros haciendo que los anteriores no aumentasen y acabasen con la comida. Hera la ley del bosque. Una ley que venía impuesta y marcada por lo natural y que el humano no ha llegado a entender y viene incumpliendo desde hace ya mucho tiempo. Me resisto a creer que el humano la ignora, pero de siempre le ha costado asumirla y respetarla.

Tampoco entiendo como a veces pueda el humano originar un fuego y él mismo exponer su vida en apagarlo. En este incendio peligraron sus madrigueras, muchos tuvieron que irse para no perecer por el fuego y el humo. Incluso me he enterado de que en otros lugares han muerto carbonizados o asfixiados. ¿Cómo un mismo ser puede esconder dos formas tan distintas de actuar? Me cuesta entenderlo... Debo ser muy ignorante.

Contemplando hoy estos montes, hoy negros y desiertos, llego al convencimiento de que debe ser el propio humano el que ponga algo de su parte en remediar todo esto. Si el humano se diese cuenta de que él también forma parte de "lo natural", en vez de empeñarse en considerarse un ser superior, posiblemente estuviese dando el primer paso para remediar esto y reconducir la situación. Tendrá que ser él, pues nosotras y nuestros vecinos solos no podemos ya hacer mucho más, quién haga que estos montes vuelvan a ser verdes y frondosos, que las aguas de los ríos sean puras y cristalinas. El agua llama al agua, y el verde la hace llegar. Es la ley natural, esa que todas nosotras conocemos y el humano ignora.

A veces, escondida entre las hojas y ramas, he oído al humano hablar de cosas raras: recalificaciones, intereses urbanísticos... Cosas que no entiendo pero que mucho me temo tienen que ver con todo este desastre. ¿Podrá tener el humano un solo motivo para quemar el bosque? Aunque me cueste creerlo llego a pensar que sí. ¿A tanto lleva su avaricia?

Texto y foto: Roberto Coll Alcalde
Chulilla, 30 de diciembre de 2012

jueves, 5 de abril de 2012

X Edición del "Campano Soriano" 2012


Un año más el Club Deportivo de Pesca "Campano Soriano" demostró su buen hacer en la

X Edición del "Campano Soriano", que resultó un gran éxito, tanto a nivel organizativo como de participación.

Un año más, y ya van diez, Soria acogió su tradicional "Campano", fiesta de la apertura de la temporada truchera en Castilla-León, y casi me atrevería a decir que en toda España, pues en esta X Edición han participado pescadores llegados desde ocho comunidades autónomas.

Antes de pasar a narrar el desarrollo de esta última edición, quiero expresar al C.D.P "Campano Soriano", y a su presidente Jaime Lapeña, mi agradecimiento por haberme elegido "pregonero" y por todas las atenciones recibidas, de las cuales creo sinceramente que no soy merecedor. Me siento en deuda con ellos y con Soria y sólo pido tener ocasión durante muchos años de compartir con vosotros el Campano para ir amortizando mi deuda con vosotros. Por Soria y por el Campano siempre trabajaré de corazón, estar seguro de ello.

Y como no me gusta, siendo yo en este caso parte implicada, tomar cartas en el asunto, prefiero que sea otro gran amigo mio, Eduardo Carmona, quien exprese el desarrollo de esta edición del Campano a través de su blog PesCarmona.


Texto: Eduardo G. Carmona.
Fotos: Leonardo de la Fuente, E.Carmona, Paco Redondo y José G. Alaiz.


EL PREGÓN

Por primera vez Soria y su Campano tenían un pregonero y es que

“renovarse o morir” es el lema de este gran club deportivo de pesca

que organiza su Campano Soriano.

Un hijo de la tierra, aunque valenciano de Chulilla, Roberto Coll

Alcalde, descendiente de Gómara ha inscrito su nombre con “letras

de oro” como el primer PREGONERO-CAMPANERO, que así se

llamará para siempre, tras su propia idea.

A medida que Roberto templaba nervios, por su garganta salían
frases solemnes, majestuosas, románticas, poéticas...que
demostraban su cariño a la tierra de su progenitora.

Como observador que soy, pude comprobar la emoción de Marisa,
su esposa que le acompañaba en el acto inaugural. También, y a mi
lado su primo, Josu Fernández Alcalde, cazador de postín, a quien
los ojos le delataban su emoción comprobando lo que contaba pero,
para “lagrimones” los de Jaime Lapeña, el presidente del club
organizador, éste sí que se emocionó con el pregón, bueno él y
todos los presentes porque Roberto sacó de su corazón lo mucho
que ama a Soria, y lo plasmó con letras de oro en un espléndido
pregón, donde recordaba a sus dos tierras, la valenciana y la
Soriana, y donde pedía a las instituciones presentes en el acto,
Ayuntamiento de Soria y Diputación, con sus correspondientes
representantes, que apoyando a estos eventos, es apoyar a Soria
porque la publicidad y la fama de Soria con su Campano ya está
traspasando fronteras.

Pregón muy aplaudido y del que guardo una copia que me ha

enviado el autor “como oro en paño”.

EL LIBRO DE GUY ROQUES, LAS CUCHARILLAS DE
EDU Y EL CONCURSO DE MONTAJE

Por este orden continuaron los actos, una vez que había finalizado el

pregón en el Centro Cívico de la ciudad.

El francés de León, “El Mosquero Andante”, Guy Roques, estaba de
parto y no era primerizo, por ello quiso que Soria fuese escenario de
su nuevo hijo “Tertulia de Pescadores”, un libro prologado por mi
querido, Leonardo de La Fuente, que con su pluma ha sabido
plasmar lo que Guy ha escrito en más de 200 páginas. Leo, con su
gracejo habitual, fue el encargado de presentar el libro y “El
Mosquero Andante” de explicar su contenido y otras vicisitudes
sobre el contenido.
Firmando y firmando ejemplares, acabó la caja que llevaba.

Así fue como, sin darnos cuenta las horas pasaban y también tenía
que hablar, Eduardo Fontela, el gallego de las cucharillas EDU,
famosas en el mundo entero.

Fontela, ofreció a los presentes una “ponencia” de la eficacia de sus
hierros únicos en el mundo y de fabricación casera. Hasta allí
desplazó sus colecciones más famosas de río, mar y Black Bass que
encantaron a los sorianos, regalando muchas cucharillas a los
participantes.


El tiempo apremiaba y tras la despedida de la representación
política del Consistorio Municipal y de la Diputación de Soria,
comenzó el III Concurso de Montaje, con catorce participantes. En
el jurado se encontraban grandes especialistas, Paco Redondo, José
Gutiérrez Aláiz y Guy Roques.



Al final los ganadores fueron, tras una reñida competición:

1º Fernando González Carril

2º Ismael Marina Gañán

3º Samuel Cacho

Mejor socio: Daniel Nadal Lázaro

Entre los cuatro se repartieron los premios en metálico de 400; 200;
100 y 100 euros, respectivamente.
“LOS FILANDONEROS LEONESES” DIERON
LA NOTA EN EL VINO ESPAÑOL

Efectivamente. En el transcurso de un “super vino español”, en este

caso, vino de Soria, cervezas, refrescos y buenas y sabrosas viandas

en abundancia, tuvo lugar una demostración de lo que son los

“Filandones de León”, no por menos estábamos presentes cuatro de

los cinco “filandoneros de Gradefes” que actuamos todos los años,

desde hace tres, dentro de los actos de la Semana Internacional de la

Trucha de León.



Fue José Gutiérrez Aláiz, “Guti”, quien explicó a los presentes de
que se trataba la cosa y siendo él mismo quien rompería fuego con
su cuento. Después, Guy Roques. El tercero en discordia fui yo
mismo, y el cuarto, Leonardo de la Fuente, que sabe dar el “toque
de gracia” a todo lo que cuenta y, como de cuentos se trataba, hizo
reír tanto al personal con sus chistes de pesca que casi no
marchamos a dormir.

Éxito de “los filandoneros” y el Campano que quiere tenerlo en sus
actos, oficialmente, para la próxima edición. Al tiempo.
EL CAMPANO


Llegó el domingo, y ya desde muy temprano, a las 7 de la mañana,

los más de cien participantes se dieron cita en la plaza que hay

frente al HOTEL LEONOR CENTRO. Allí se hicieron los sorteos

y, desde allí, se desplazaron los concursantes al río Duero

dispuestos a sacar “el campano de 2012”.

El día amaneció espléndido de sol. Parecía verano y más de uno
hizo broma de la información de PesCarmona de que iba “a llover a
cántaros”. Cierto es que el domingo terminó con lluvia a última hora
de la tarde, pero fueron cuatro gotas para mojar que poco solucionan
la sequía, aunque las previsiones meteorológicas eran de lluvias
abundantes. Será que lloverá en Semana Santa para mal de cofrades
y cofradías
Con el "Campo de Gómara" de fondo

Mientras los concursantes se “peleaban” con el mágico Duero,

nosotros, los medios de comunicación e invitados nos dirigimos con

Jaime Lapeña, hacia el PINAR DEL TÍO PERICO, lugar precioso

entre Tardajos y Riotuerto y, donde el río Duero serpenteaba entre

chopos, alisos y pinos.

El río bajaba muy bien de caudal pero, curiosamente, el agua estaba
tomada o sucia. Y eso que no había llovido.

Jaime, Guti y Leo se montaron, en la caña de spinning, sus EDU,
Paco Redondo lo intentaba a ninfa y Roberto Coll y yo a estreamer.
Guy Roques, nos observaba entre los pinares a pie de río.

Pronto nos pudimos dar cuenta de que si alguien podía pescar a

aquella hora temprana, y con el río tomado, serían los de cucharilla.

Nosotros “erre que erre” lo intentamos de todas las formas y

posturas. Mientras los demás continuaban con el arte de pesca

inicial, yo cambié a mosca seca. Guy Roques se animó y se dispuso

a efectuar lances a seca, también, pero nada de nada.

Al final, a las doce del mediodía habíamos quedado para “tomar las
diez” y cuando nos juntamos comprobamos que ninguno había t
ocado pieza salvo dos de los tres cucharilleros.

Con enhorabuena a los dos y unos “torreznos de Soria” que estaban
de muerte, tortillas y buen vino, dimos buena cuenta de lo que hae
el río que, sobre todo, son ganas de comer compartiendo amistad y
alegría.
Mientras esto ocurría, nos llegaban noticias telefónicas de cómo se
estaba pescando. Había salido un ejemplar de más de 50
centímetros, y varios de más de 40 pero, hasta que no se cerrase la
competición y llegasen las actas de los jueces, poco más supimos.

Tras muchas especulaciones y habladurías sólo, después, del
transcurso de la cena se supo el resultado:

CAMPEÓN: Juan Pablo Martínez Aller, de Almazán (Soria), a
unque después supimos que leonés de nacimiento, que consiguió un
ejemplar de 51,5 centímetros.
El premio en metálico 1.000 euros, más la Txapela de campeón y un
hermoso trofeo.

El mejor socio fue Mario de Diego, que se llevó los 500 euros de
premio y trofeo


Hubo sorteo de regalos diversos: libros y materiales de pesca sólo
para los participantes y después la directiva del Campano Soriano
quiso agasajar a Guy Roques con una placa conmemorativa y, Paco
Redondo, el montador salmantino y presidente del Club Deportivo
Mosqueros del Tormes, le hizo entrega de una sorpresa que llamó
poderosamente la atención del francés. Era una caja que contenía un
hermoso enjambre.

Con productos típicos de tierras sorianas para los invitados, dulces,
bombones y paté, se despidió la cosa.
Ha sido un gran “Campano” y es que el Campano Soriano, además
de 3.000 euros en metálico y trofeos es mucho, mucho más. El
Campano Soriano es una demostración de lo que el río Duero ofrece
a cuantos se acercan por aquellos Lares. El Campano es mucho,
mucho más…Es amistad, alegría, promoción de una tierra e ilusión
de muchos socios, los del C.D. El Campano Soriano que, una vez
que finaliza esta edición ya están pensando lo que hay que hacer
para la próxima. No me extraña que el campano, tras diez años
celebrándose se haya ganado los honores del éxito por méritos
propios. El listón se ha puesto muy alto y el reto continúa.
sorianomucho-mucho-mas-que.html

miércoles, 4 de abril de 2012

Pregón de la X Edición del "Campano Soriano" 2012



Pregón de la X Edición del Campano Soriano
2012
De campanas, truchas y rituales

Desde muy pequeño mi vinculación a Soria ha estado patente por
ser mi madre de Gómara. Por este motivo, y por tener a la familia
materna en Éibar, viajábamos todos los veranos desde Valencia
hasta la localidad armera. Hacíamos los primeros años el trayecto en
un 1400 negro, -la gama de colores de SEAT por entonces pasaba
del negro antracita al negro carbón-, y después en el pequeño 600
gris al que mi hermana llamaba cariñosamente "el perolet con
ruedas". Realizábamos el viaje por etapas; la primera de Losa -el
pueblecito a orillas del Turia en donde vivíamos- a Teruel, o si
hacíamos un extra hasta Calatayud; en la segunda el paso por Soria
era obligado para visitar a los familiares y amigos de Gómara,
Tejado y Castil. Eran viajes largos pero tranquilos, sin prisas, en los
que prevalecía el placer de viajar contemplando y admirando el
paisaje tan variopinto por el que pasábamos desde el Mediterráneo
hasta el Cantábrico. Al pasar por los pueblos de Burbáguena,
Báguena  y Daroca, en la ribera del Jiloca, no había vez que mi
madre, al ver las altas torres mudéjares de sus campanarios  no
mencionase un dicho que siempre, y aun hoy, me resultaba curioso
y llamaba mi atención: "Torres las de Aragón, y campanas las de
Castilla".

Según la tradición, la relación entre las campanas y la pesca tuvo su
origen en la pesca del "rey del río", el salmón, cuando las campanas
de los pueblos ribereños del Narcea repicaban anunciando la captura
del primer salmón de la temporada. Por este motivo, no es de
extrañar que cuando se habla del "Campanu" se asocie enseguida la
imagen del salmón en Asturias. Pero he aquí el primer concepto
claro que quiero trasmitir hoy a los presentes: si las campanas de
Castilla tienen reconocida reputación, y siendo Soria provincia
castellana de rancio abolengo, llegará pronto el día, -si no ha
llegado ya-, en que al nombrar "El Campano" todos, profanos y no
profanos en la materia, exclamen con contundencia ¡El Soriano!


El segundo concepto me ha tenido algo perdido al intentar escribir

este pregón, puesto que tratándose de campanas más que
"Pregonero" debería haber sido nombrado "Campanero". Dejo aquí
la idea para futuras ediciones, a sabiendas de que la ilustrada
capacidad de iniciativa del amigo Jaime sabrá tomar buena nota de
ella.

Pero dejemos a un lado campanarios y campanas y centrémonos en
lo que hoy toca y es motivo de que estemos aquí: las truchas y
Soria, o Soria y las truchas; que tanto monta monta tanto la una
como la otra.

Pese a que como decía al principio, en mis viajes a Soria de niño,
adolescente y más tarde ya de adulto no tuve ocasión de pescar en
ninguno de sus ríos hasta bien entrado en años. Eso no quitó para
que, desde que tuve conciencia piscatoria -que fue bastante pronto-,
en las visitas al alto Duero por tierras de Vinuesa y a la Laguna
Negra, haciendo gala de buenas piernas, no me tentara el pescar;
pero las circunstancias al depender de otros menesteres ajenos a mí
no me lo permitieron hasta muchos años después. Tuve que esperar
y así, en julio del 2006 logré conseguir un permiso para el coto de
Sotos en el afamado Ucero. Recuerdos tengo de este viaje que
perdurarán en mi mente de por vida. La imagen del Ucero al
atardecer en el puente del Burgo de Osma, el frescor del amanecer
camino de Sotos, la corza curiosa que sorprendí -o quizás ella a mí-
bebiendo en la orilla del río, los nombres poéticos de los pequeños
pueblos de la ribera: Barcebalejo, Valdelubiel, Valdemaluque y,
sobretodo, las resabiadas truchas del Ucero que no me lo pusieron
nada fácil la primera vez.

A este viaje han seguido varios más, todos con la misma ilusión
aunque con distintas suertes, como en los toros.  Porque la pesca
tiene distintas suertes: la de encontrar el río en buenas condiciones,
la de que las truchas quieran comer, la de acertar la mosca, la de
saber presentarla, la de que el tiempo acompañe, la de..., bueno,
¡qué más da! Viajar a Soria tiene más importancia que la que
queramos encontrar en sus truchas. Supone viajar a un rincón de
España en donde el tiempo parece detenerse, y en donde las
tradiciones perduran agarrándose a la tierra con fuerza. Soria es
mucho Soria.

Siempre que la ocasión se me ha brindado, he aprovechado para
viajar "Camino de Soria", buscando al pasar por ella la sensación
que plasma la canción:

Voy camino Soria,

¿tú hacia dónde vas?

Allí me encuentro en la gloria

que no sentí jamás.

Tras haber visto cumplido el sueño de pescar en Soria, me quedaba todavía otro sueño, el de tener amigos de afición sorianos. La pesca, queridos cofrades, tiene para mí un añadido de importancia: la amistad que se genera a pie de río, una amistad franca que se aprecia por encima de todo y que hace grande a nuestra afición. Había viajado por muchos lugares, pescado en muchos ríos y hechas muchas amistades. En Castilla-León tenía ya amigos en Ávila, Salamanca, Zamora, León, Valladolid, Palencia, Burgos..., pero me faltaba Soria. Pensaba que era cuestión de tiempo y así fue. Recuerdo como un día, a principios del pasado año, recibí una llamada telefónica. La persona en cuestión se presentó como el presidente del "Campano Soriano". La voz denotaba una persona activa, ilusionada y con energía, que transmitía perfectamente toda la ilusión propia de un emprendedor en su conversación. Además, como cosa de meigas, resultó ser de Gómara... No se podía pedir más, teníamos todos los ingredientes para congeniar: afición, orígenes y también el sueño de impulsar el "Campano Soriano" dándole el prestigio que se merece.


Y es aquí donde llega el turno de hablar de tradiciones, y en concreto de una muy especial para todos los que hoy estamos aquí: la tradición de la apertura de la temporada de pesca de la trucha. Hasta en eso han sabido los sorianos ser los pioneros con su "Campano".

Llegado a cierta edad, y sin que ello suponga dar a entender que uno es viejo..., dejémoslo más bien en "mayor o interesante", es irremediable que estén muy presentes en mi cabeza muchos recuerdos añorados de la niñez. Así, recuerdo como si fuese ayer las aperturas de temporada, allá cuando en toda España la apertura tenía lugar el mismo día, el tercer domingo de marzo. Pasábamos el invierno entretenidos con todo cuanto sirviese para alimentar la ilusión del deseado día, cumpliendo un rito que finalizaba con la apertura soñada. Cualquier cosa servía: arreglar las botas, engrasar los carretes, cambiar las líneas, reponer cucharillas y moscas o leer lo poco que por entonces caía en mis manos sobre pesca y pintonas. A todo esto acompañaba también la exploración del río, en un intento de querer adivinar el misterio que las aguas esconden en los fríos meses invernales en los que nuestras amigas las truchas aprovechan para perpetuar su estirpe. Buscábamos así el mejor lugar para la desveda, intentando alejarnos de la avalancha de pescadores que, como por arte de magia, aparecían ese día en las orillas del río para desaparecer pocos días después fruto de la falta de afición para bien de las truchas. Era todo un ritual que culminaba en unas horas, tan solo unas horas, que habían merecido el sueño de todo un invierno.

En la actualidad ese rito se ha perdido, contribuyendo a ello los intensivos en los que se pesca todo el año; pero sobretodo, las distintas fechas para las aperturas. Ahora ya no hay una, hay tantas que esa ilusión, ese ritual, se ha diluido entre todas.

Como cito en mi libro "Destinos de un Trotarríos": "La apertura en sí era un día en el que todo pescador que se preciase de serlo tenía que asistir al río, fuese cual fuese su estado o el del tiempo. No importaba si se tenía fiebre o si el día salía con nieve, lo importante radicaba en no faltar a la cita de la apertura. Y no porque el día fuese el mejor de la temporada, si hubiésemos pensado en eso nos hubiésemos quedado en casa, sino porque era el último escalón de ese ritual y el primero de toda una larga temporada que comenzaba en ese mismo instante". "En este sentido -refiriéndome a la apertura- viene a ser como la noche de bodas, hay que cumplir sea como sea, aunque después hayan muchas noches, -en nuestro caso jornadas-, que lleguen a ser mucho más memorables". También, y como si de una premonición se tratase, en el capítulo dedicado al Ucero termino diciendo: "Unas horas más tarde, ya en la habitación del hotel, la campana de un reloj dando los cuartos me ayudó a coger el sueño".

 Por eso quiero destacar el logro del "Club Deportivo de Pesca Campano Soriano" conseguido con la iniciativa del  "Campano Soriano". La idea que nació hace ahora diez años, ha hecho reavivar la ilusión por la apertura de la temporada truchera, convirtiéndose en la verdadera fiesta de la trucha, y recuperando así una vieja tradición, el auténtico ritual de la apertura de una nueva temporada de pesca. Lo ha hecho además sabiendo adaptarse a los tiempos, apostando fuerte en la pasada edición con la norma de que todas las capturas fuesen devueltas con vida al agua, la conocida como "pesca sin muerte", don que honra al pescador que la practica. El temor a que esa iniciativa llevara al fracaso al "Campano" ve en esta X Edición la recompensa del trabajo bien hecho con la presencia y participación de muchos aficionados llegados desde diversos lugares de la geografía nacional.



 No quiero alargarme, pero antes de terminar y dar por concluido mi pregón, no quiero hacerlo dejándome algo importante en el tintero. Dicen los juristas que: "Además de tener razón, hay que saber demostrarla y luego que te la quieran dar". Pues bien, el "Campano" tiene toda la razón para seguir adelante, y que no es otra que la de impulsar a través de la pesca de la trucha a esta provincia castellana, dando a conocer sus tradiciones, sus inmensos valores, sus infinitos paisajes de tranquilidad, la bondad de sus gentes y por supuesto la calidad de sus truchas. Sabe demostrarla, año tras año, edición tras edición, con el buen hacer organizativo y las innovaciones a los que el tiempo obliga. Pero queda el que te la quieran dar, y es aquí adonde apelo a las administraciones sorianas a que sigan apoyando como lo han venido haciendo hasta hoy, a este proyecto y todos cuantos tengan como finalidad dar a conocer que la grandeza de Soria reside en su sencillez, en su infinita sencillez, y háganla perdurar. Cuenten siempre con las gentes del "Campano", no duden de su experiencia y ténganlos presentes en la gestión de la pesca en los ríos sorianos, seguro que les aportarán la visión que quizás nadie pueda darles.

 Que las campanas sorianas os ayuden a coger hoy el sueño, y que San Saturio desde su Santuario junto al padre Duero, de mañana la bendición a todos cuantos se aventuren a conseguir el tan preciado "Campano". Suerte para todos y larga vida al "Campano".


Soria, 31 de marzo de 2012
X Edición del Campano Soriano

Roberto Coll Alcalde