Soria, con o sin Campano, bien merece una visita.
Así fue, cuando Jaime Lapeña, presidente del Club
Deportivo de Pesca El Campano Soriano me llamó para informarme de que habían
decidido "in extremis" suspender la edición 2013 del Campano este año
debido al enorme caudal del Duero y las pocas o nulas esperanzas de que la
situación remitiese, sentí tristeza por no poder coincidir con mis amigos en
esta cita anual obligada y pena por el enorme trabajo que Jaime y su Club
desarrollan para dar a conocer y potenciar a su tierra soriana, desde luego una
labor envidiable. Pero ello no fue motivo para que el viaje que teníamos
previsto se suspendiese, iríamos a Soria con o sin Campano.
Unas imagenes que tendrán que esperar al año que viene para repetirse.
Efectivamente, desde el Parador Nacional Antonio
Machado el Duero presentaba un nivel muy alto pese a haber bajado en los
últimos días, con todo totalmente impescable. En cuanto a Soria la nieve hizo
acto de presencia a últimas horas del viernes 5 y casi durante todo el sábado,
aunque no llegó a cuajar. Como oí decir a un soriano "hace tiempo de enero
en vez de abril"; y así era, apenas 4 ó 5 grados de temperatura máxima,
algo que nada tenía que ver con las dos últimas ediciones del Campano que se
desarrollaron con un tiempo mucho más primaveral.
Con la idea de no poder pescar aprovechamos el
viaje para pasear por el Collao, tomar unos vinos acompañados por los típicos "torrenillos"
sorianos, un pecado ir a Soria y no probarlos... "deliciosos".
Pinares de Vinuesa junto al Centro Cinegético "El Quintanarejo".
De Almazán, tierra de pinos resineros, a Vinuesa,
tierra de grandes pinares de silvestres. Pudimos comprobar que el embalse de la
Cuerda del Pozo estaba a rebosar, y que por Hinojosa de la Sierra, zona de
pesca que conozco de otros años, los signos de desbordamiento del Duero todavía
se dejaban ver. Subiendo hacia la Laguna Negra, a la que no pudimos llegar por
la nieve acumulada, entramos en el pequeño pueblecito de El Quintanarejo,
parada obligada para comer en el "Balcón del Brezal", restaurante
familiar en donde el buen trato es otra constante más, además de un acogedor
rincón con sabor en donde dimos buena cuenta de sus patés, verduras y, cómo no,
de sus chuletones. Un lugar para señalar y volver.
El Balcón del Brezal, parada obligada si se quiere comer bien en un ambiente familiar.
Chuletón tierno como la mantequilla de Soria...
El domingo el tiempo mejoró y el sol se dejó ver,
eso sí, manteniéndose el frío ambiente de las cercanas montañas de la Sierra
Cebollera, los Picos de Urbión y el Moncayo totalmente cubiertos de nieve. Nos
desplazamos hasta Numancia, conociendo una parte importante de la historia de
los primeros pobladores celtiberos de estas altas tierras y disfrutando de unas
magníficas vistas que abarcaban las llanuras de Gómara y Almenar hasta los
altos de Piqueras y Oncala.
De regreso a Soria y al pasar por Garray, nos
detuvimos junto al puente del río Tera en donde algunos aficionados probaban
suerte con las truchas. Incluso algún atrevido osó adentrarse en las frías
aguas del Tera y probar fortuna con la mosca, aunque los demás lo hacían con la
cucharilla o el cebo. Alguno incluso tuvo la dicha de sacar algún buen
ejemplar, eso sí, con cebo. Ya en Soria Jaime me dijo que el Razón y el Tera sí
que permitían la pesca pese al alto caudal que llevaban, aprovechando que sus
aguas, al menos, no bajaban tomadas.
Numancia
Probando fortuna en el Tera a su paso por Garray
Tras la despedida el regreso a Valencia, con el
firme propósito de volvernos a ver, esta vez en
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